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IA

Modo Avión | Se viene

Otra edición apocalíptica de este newsletter en el que hablamos de cosas que no se pueden predecir

 |  Andrés Conti  |  Modo avión

1 A los miedos hay que enfrentarlos, dicen. No estoy seguro de la certeza de esta afirmación ya que hay un montón de variables que pueden salir mal. Pero a los fines de escribir un newsletter hacemos cualquier cosa. Eso sí, me garantizo un ámbito controlado para enfrentar a este monstruo con el menor nivel de angustia posible: un miércoles al mediodía almuerzo en un lugar lindo y cheto con dos tipos que conozco y la encargada de contenido digital de Iceberg, que saca las fotos. Es la operación equivalente a tratar de superar el temor a las alturas tirándose en paracaídas amarrado a un instructor y con todas las condiciones de seguridad posibles. Existe también la opción de caminar descalzo por la cornisa de un décimo piso un día de lluvia, pero esa la evitamos.

Almorzando con Gastón Soso y Martín Llarín, que me miran desconcertados / Foto: Sofía Aldasoro
2 Temo a las alturas, a caer preso por error y a la guerra nuclear. Son variantes del miedo por excelencia de la humanidad toda, que es la muerte inevitable. En los últimos tiempos sumé otro, más raro, que no me lleva tan directamente al final de la vida sino a la posibilidad de una agonía larga y triste. Fíjense que ya van como mil caracteres de texto y sigo sin nombrar a la presencia que está acá en la habitación con nosotros.

3 “Es nuestro deber entender lo que nos disgusta, lo que nos aterroriza, lo que odiamos”, dice el escritor y pensador francés Edouard Louis. Por eso me junto con Martin Llarín Amaya (47 años, socio de FDB Films, productora de servicios audiovisuales para publicidad fundada en 2002) y con Gastón Soso (51 años, director de cuentas y uno de los dueños de Nocaut, estudio creativo que se dedica “a la promoción de contenido y entretenimiento para públicos latinos e hispanos” en todo el continente americano y que el año pasado cumplió dos décadas). Vamos a hablar de lo que se viene: no, no se trata del posible estallido del gobierno de Javier Milei. Lo que se viene es la Inteligencia Artificial para reconfigurar nuestras vidas y de eso no hay dudas.

4 “Marzo o abril de 2023. Ya venía viendo algunas cosas y caigo al estudio. Era la hora del almuerzo, cuando habitualmente socializamos, hablamos de lo que pasa, de lo que vimos. Puede ser una película, una herramienta o lo que sea. Yo caí con que había visto de una de las primeras versiones de Midjourney, un generador de imágenes que en ese momento era bastante precario. Hay algunos memes sobre IA con un videíto de Will Smith comiendo unos fideos. Es uno de los primeros que se viralizó hace unos tres años. Era un asco, se le deformaba la cara, los fideos se transformaban en gusanos, cualquier cosa. Hoy si haces un clip similar no te das cuenta si es IA o no. Se da cuenta un ojo muy avezado, la lectura tiene que ser muy fina. En fin, caí al almuerzo con eso y se me cagaron todos de risa”. Este es el recuerdo de Gastón Soso sobre su primer contacto serio con la inteligencia artificial y la reacción del equipo de Nocaut.

“En mi caso -aporta Llarín-, tengo la suerte de tener un socio, Belisario Gronda, que siempre fue muy inquieto con las cuestiones tecnológicas, en cuanto a curiosidad y herramientas digitales. Creo que lo situaría en el momento postpandemia cuando empezamos a ver las primeras definiciones de IA. Convengamos que se sabe que la IA ya existía, pero en definitiva el común de la gente no lo tenía presente. Lo primero que nosotros en FDB pensamos es: investiguemos”.

-¿No te dio cagazo?- pregunto yo

-Para nada -contesta Llarín- Aventura. Investiguemos porque no nos va a pasar por al lado. En nuestro trabajo siempre fue así. Ahora a nosotros nos agarra más grandes, entonces la inquietud es diferente. Va acompañada de una estrategia, de una proyección, de ver más allá. Che, se viene esto, no podemos estar afuera porque yo no quiero vaticinar el futuro sobre esta herramienta, porque es muy muy dinámica. Pero sin lugar a dudas no queremos que nos pase por al lado.

5 Para mí era importante que sean personas como Gastón y Martín quienes hablaran en este texto. No especialistas tirapostas, ni fanáticos tecnófilos/tecnófobos, ni empresarios con espaldas gigantes. Sino dos tipos a cargo de pymes rosarinas que los últimos veinte años se adaptaron a todos los cambios tecnológicos y económicos de uno de los países más volátiles del mundo, con el único objetivo de sobrevivir Cuando escribo esto la totalidad de los clientes de FDB son nacionales, principalmente de Buenos Aires, mientras que el 99 por ciento del mercado con el que trabaja Nocaut es extranjero. Esa proporción no fue siempre igual, ha subido y bajado en ambos casos, a lo largo del tiempo, de acuerdo al tipo de cambio y los vaivenes de la economía nacional.

6 Martín Llarín Amaya, también conocido como El Turco, cuenta que la semana pasada estuvo en Buenos Aires en un evento que organizó Dossier, un portal de publicidad, y que había más de 15 speakers de agencias y empresas creativas. “Obviamente el tema era la IA. Y estaba quien tomaba una posición, que yo no comparto, como si fuera: ‘mira esta boludez, gracias a la IA te hago esto en 20 segundos’. Y estaba la otra posición: ‘Hay que investigar’. Esto es algo que estamos viviendo en este momento y hace que se genere una ola de apocalipsis social porque parece que la IA, en unos años, se va a llevar puesta a toda la población. Yo creo que no se va a llevar puesto a la gente. Sí va a suceder, y es una óptica muy personal, que van a quedar afuera quienes no utilicen IA en cualquier ámbito. ¿Viste cuando ponés agua a hervir? ¿Viste ese momento hasta llegar a la ebullición? Después el agua llega a 100 grados y queda ahí. Cuando esto llegue al punto de ebullición se va a estandarizar, va a aclarar dudas, va a generar muchísimos cambios y, como en todas las épocas de la humanidad, va a haber que adaptarse”. La metáfora del agua hirviendo nos gustó a todos los que compartimos la mesa y se la festejamos profusamente.

Me agarro la cabeza porque me da miedo lo que dicen / Foto: Sofía Aldasoro

7 A Gastón Soso no le dicen tanto el Turco, pero a veces sí. A los fines de este texto y de mi vida en general, cumple la función de tener más miedo que yo, pero le da para adelante. No tiene tanto tiempo libre para pensar (como es mi caso). “Mi visión es mucho más apocalíptica”, admite. “Ojo, comparto mucho de lo que dice el Turco (el otro Turco), porque de hecho es lo que estamos haciendo. Hoy estamos pagando cinco o seis suscripciones que son muy baratas para lo que brindan. Igual estamos aprendiendo, viendo cuáles son las que más rinden para lo que hacemos. Tenemos una persona asignada a investigar sobre IA y yo también estoy todos los días actualizándome. Y lo estamos usando. Pero no puedo ser tan optimista. Creo que hay una amplia diferencia entre este movimiento y lo que es una más de las tantas crisis de acumulación que atravesó el capitalismo, cuando la plata cae en la menor cantidad de manos posible. Esto es ampliamente diferente, porque no es un simple cambio de tecnología. Es una tecnología que aprende de sí misma. Es un lenguaje natural, ni siquiera los desarrolladores imaginaban la velocidad de su desarrollo porque hay pronósticos que ya se están achicando y están apareciendo sorpresas. Aparecen noticias tipo: ‘El creador de una IA se cagó en las patas porque de repente se dieron cuenta que había aprendido un idioma que no le habían indicado aprender’. Ese hecho tan simple te dice que pueden pasar cosas que no están pensadas. Al principio estaba planteado que en el 2029 pero ahora se habla de que en 2027 llegaremos a la Artificial General Intelligence (AGI). A partir de ahí no se puede pensar lo que va a pasar”. Soso también tiene una metáfora bastante festejada por la mesa cuando le pedimos que explique que es un agente de IA, el tema en boga en estos últimos meses: “A diferencia de una herramienta de IA común como Chat GPT o Gemini, a la que vos le preguntás cosas y te las contesta, o le pedís algo y te lo da, un agente es como un operario 24/7. Un esclavo. Opera tu computadora, vos le pedís que abra el Illustrator, que te haga un diseño, que te mande mensajes cuando lo termine con tres versiones, le decís cuál te gustó y que ya te haga tres versiones más y eso durante todo el día, toda la noche”.

7 Hablando de esclavos e IA, hace unos días los argentinos supimos masivamente de la presencia en este planeta de Milagros Miceli porque una revista extranjera la nombró una de las 100 personas más influyentes en el campo de la Inteligencia Artificial. Les comparto acá este video y seguimos con lo nuestro.

8 Entonces el optimista Turco Llarín le abre una “pequeña ventanita al Apocalipsis”: “La IA avanza de manera descomunal. Las plataformas con las que se viene trabajando avanzan semana a semana. Nosotros estamos lanzando ahora una marca donde estamos trabajando especialmente con IA y lo notamos. ¿Cómo afecta lo nuestro? Afecta”.

-Uno de los creadores del Iphone dijo hace poco que todos los puestos juniors de las empresas van a desaparecer- tiro yo, haciéndome el zurdito.

-Y sí -contesta Soso.

-Entonces, para un empresario sería beneficioso en el sentido de que dice: "Bueno, invierto en esta tecnología que cada vez es más barata y me ahorro de pagar 300 sueldos"- retruco yo, casi cerca del comunismo.

-Ahí hay un problema en la lógica- me responde Soso.

Y arranca: “En nuestro caso, como dijo el Turco, es otra vez volver a ver cómo te adaptás para poder sostenerte en vida. A mí ya me está pasando con los clientes en término de demanda. ¿Qué va a pasar?: vas a tener la mitad de presupuesto (esto puede ser una curva descendente, no sabemos hasta dónde) y vas a tener que entregar el triple en la mitad de tiempo. ¿Por qué? Porque el hijo del director creativo que te contrata le hizo unas imágenes cuando estaban cenando, que el tipo las vio y dijo ‘Che, esto es una foto de portada de revista’. Y en realidad no hace más que revelar una realidad: que hoy podemos crear una imagen de una modelo posando con unas Nike, que es una producción que a lo mejor el Turco antes la podía llegar a facturar veinte mil dólatres y hoy la generás con herramientas a las que le decís ‘estas son las zapatillas, esta es la modelo que yo quiero, este es el entorno y este es el look’ y la tenés en 30 segundos. Ojo, porque esos 30 segundos no van a dar el resultado que vos querés, pero el trabajo del iluminador, el fotógrafo, la locación, etc, ahi ya son seis, siete, ocho personas de base que ya no intervienen. ‘Uh, me ahorré unos suelditos, buenísimo’. No, voy a tener menos laburo, voy a tener que hacer más. Me van a dar la mitad del presupuesto y lo voy a tener que hacer en la mitad del tiempo”. Llarín asiente pero quiere seguir siendo optimista: “El tema es cómo queremos usar nosotros a la IA como herramienta de trabajo para seguir siendo competitivos. Entonces, eso nos abre una puerta creativa enorme y hermosa. Bah, hermosa, pero si esto destruye la humanidad, es una cagada”. Risas.

-Si ustedes tuviesen el gobierno del mundo, que harían para manejar esto? -pregunto yo, ya en un estadío febril superior del marxismo que aún no tiene nombre.

-Legislar- contestan a coro.

Y Llarín abunda: “Claro, legislo con tiempo. Le gano al tiempo. Porque en el medio está la gente, es real. Puestos de trabajo. Uno puede manejar una empresa o lo que sea, pero es humano. Yo tengo la suerte de seguir teniendo sangre adentro y, si bien busco mejor rinde en mi actividad, seguimos existiendo todos, yo tengo hijos. Legislar esto con tiempo es una patita que, entre comillas, puede servir algo”. Soso agrega que “en Europa están más propensos a legislar que en Estados Unidos, porque lo ven. Es una tecnología que se desarrolla mucho en China, no es exclusiva de Estados Unidos. Ahora, yo creo que se lleva puesto todo, se lleva puesto al sistema. Es tan redituable en términos de productividad que es muy difícil de regular. Pronostican que la IA va a hacer que los costos bajen en un 1000%. Entonces, si la plata no tiene valor ¿por qué va a existir el capitalismo? Ahí entramos en unos debates filosóficos y nos podemos ir a la concha de la lora”.

9 Se ve que mi ultramarxismo febril es contagioso y entonces el director comercial de Nocaut hipotetiza lo siguiente: “Echemos a todo el mundo, no contratamos a nadie, lo hago todo yo solo. ¿Quién carajo va a comprar las cosas si echamos a todo el mundo y nadie tiene trabajo”. “Esa es la complejidad de no poder predecir lo que va a pasar en el futuro”, razono yo, ahora haciéndome el superado porque veo que hay otro que se descontrola más y lo disfruto.

10 La conversación sigue sobre cosas más cotidianas: el uso que hacen las nuevas generaciones de la IA y lo viejos que estamos. Escucho la charla para desgrabarla (con la asistencia de Pinpoint, una suite de IA de google, para periodistas) y me causa gracia la falta total de eses (s) al final de las palabras a medida que el intercambio fluye y entramos en confianza. Al principio aparecen algunas, pero ya a lo último sonamos más como andaluces o italianos que rosarinos. Pienso: “Mirá cuando la IA identifique que somos rosarinos por nuestra forma de hablar”. Y me voy a dormir anticipando pesadillas.

 


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