Área Metropolitana de Rosario: un tetris complejo de piezas que no encajan
La falta de acuerdos entre jurisdicciones y niveles del estado afectan la vida cotidiana de 1.559.996 habitantes repartidos en 13 municipios y 16 comunas.
La falta de acuerdos entre jurisdicciones y niveles del estado afectan la vida cotidiana de 1.559.996 habitantes repartidos en 13 municipios y 16 comunas.
El Área Metropolitana de Rosario (AMR) es un sistema conformado por personas, infraestructura (básica y compleja), bienes y servicios que interactúan de forma cotidiana. Ese movimiento constante atraviesa jurisdicciones locales, provinciales y nacionales que, a primera vista, resultan imperceptibles para quienes se desplazan por ellas. Por ejemplo, una familia que durante la primera década del 2000 vivía en Rosario y ahora vive en Funes puede que mande sus hijos a escuelas, colegios y universidades de la ciudad, utilice su sistema de salud, su amplia red de comercios, disfrute de su oferta de ocio y se traslade en vehículo particular o transporte público por la red de rutas, autopistas, circunvalaciones, calles y avenidas. La familia duerme en un suburbio del área metropolitana mientras que su día a día transcurre en la localidad cabecera. Si bien este ejemplo es una generalización, ayuda a dimensionar la interconexión que se da entre Rosario, donde viven 1.029.619 personas (Censo 2022), y las 28 localidades que conforman el AMR: un territorio que abarca 2.240 km2 conformado por 16 comunas y 13 municipios, en el que viven 1.559.996 habitantes que representan el 44,33% de la población de Santa Fe (+1,46% en relación al censo de 2010) y el 3,4% del país según los datos del Indec relacionados con el Censo 2022.
Si bien Rosario absorbe el 66% de la población del AMR, la migración hacia localidades de los corredores norte, sur y oeste se da en un contexto de falta de planificación de los gobiernos locales y provincial que produce un desarrollo silvestre de las comunidades receptoras, según reflexionó el director del Instituto de Desarrollo Regional, Juan Carlos Venesia. “Si uno tuviese que dotar de una infraestructura adecuada a todos los loteos que se radicaron o se desarrollaron en los últimos 10 años en el AMR –comentó Venesia–, necesitarías por lo menos entre 80 y 100 años para que esos territorios alcancen una densidad habitacional correspondiente al tipo de inversión –pública y privada– para cubrir esa expansión”.
“Roldán generó en todo Tierra de Sueños un cuadrante que es en superficie casi igual al Roldán histórico. Y en población son 10 mil habitantes que necesitan todo tipo de servicios y conectividad, pero como no planificaste ese uso del suelo, no lo desarrollaste adecuadamente”. Venesia citó ese y otros ejemplos para afirmar que es preciso una ley de ordenamiento territorial provincial superadora con el objetivo de evitar tensionar una infraestructura provincial que no cuenta con las inversiones necesarias para contener la velocidad a la que se expande el territorio urbanizado.
La lógica de ordenamiento y planificación que falta en los desarrollos inmobiliarios se replica a nivel productivo con el emplazamiento de parques industriales. Tanto Rosario, Villa Gobernador Gálvez, Alvear, Funes, Roldán, Pérez como San Lorenzo, por citar algunas ciudades, tienen una zona para desarrollo industrial y son localidades que están separadas por escasos kilómetros. “Cada uno de esos parques precisa conectividad a rutas, autopistas, puertos y demandan grandes consumos de energía que requieren obras específicas”, puntualizó otro especialista en temas de desarrollo productivo.
La maldición de la pampa
Densidad habitacional y planificación son dos palabras que los especialistas en infraestructura mencionaron a Iceberg durante la producción de este artículo. Los loteos en localidades del AMR, al igual que la gentrificación de la zona central de Rosario en detrimento de otros sectores, generan problemas similares de escala diversa, con tipos de inversión y tiempos diferentes.
Las similitudes pasan por la falta de un buen servicio de cloacas y agua potable de red en el AMR y las zonas alejadas del centro rosarino, baja presión en barrios con alta concentración de edificios, perdidas por deterioro de cañerías o con un crecimiento exponencial de población en épocas de verano, como en el caso de Funes. También un casi nulo desarrollo de la red de gas en villas y asentamientos del Registro Nacional de Barrios Populares (Renabap), expansión deficiente de los bulevares a la periferia y en localidades vecinas, sobrecarga de la red eléctrica en periodos de alto consumo y por conexiones irregulares y un déficit de plantas necesarias para el tratamiento de residuos sólidos y orgánicos y desechos cloacales residenciales. Con un agravante: la topografía de llanura del sur santafesino alienta la expansión horizontal de su millón y medio de habitantes. De ahí que la idea de planificación se vuelve relevante para los especialistas: no es lo mismo la inversión para ampliación o desarrollo de infraestructura en una zona delimitada con alta densidad de habitantes que llevar servicios públicos básicos desde Rosario a los distintos corredores del AMR, donde la población es baja.
Otro tema que señalan con preocupación especialistas consultados se conecta con una multiplicidad de irregularidades que se vuelven norma. Un ejemplo son los palos cajón de electricidad en los accesos a edificios que en algunos casos están habitados, pese a no tener el final de obra del municipio, y que tardan años en ser retirados. Otros son los cortes en el servicio de gas de forma preventiva ante pérdidas, la demora en su reconexión y un clásico que padecen todas las zonas de la ciudad: falta de presión de agua y cortes de luz por sobrecarga durante el verano.
Dejando de lado las irregularidades que dependen del control municipal a través de permisos y habilitaciones, la resolución de problemas estructurales de ampliación y mantenimiento de servicios públicos de gestión estatal, como agua y energía, o privados, en el caso del gas, dependen de la capacidad de negociación y buena sintonía que tengan quienes gobiernan a nivel local y provincial. El hecho de que Santa Fe esté liderada desde diciembre por el radical Maximiliano Pullaro, que comparte coalición con el intendente de Rosario, Pablo Javkin, facilita y acelera gestiones que durante el mandato de Omar Perotti no se movieron, detallaron fuentes del ejecutivo local.
Siguiendo esa lógica, el concejal Fabrizio Fiatti, jefe del bloque oficialista de Arriba Rosario y presidente de la comisión de Planeamiento y Urbanismo, aseguró a Iceberg que el gobierno de Pullaro, a través de Assa, se comprometió a desembolsar 87 millones de dólares para llevar adelante el reemplazo de cañerías en la zona centro, que datan del siglo pasado. “Se estima de forma estadística que el 50% de las cañerías de Rosario tienen algún tipo de perdida producto de la antigüedad”, se sinceró el edil. El plan de obras de Assa y la inversión “van de la mano con nuestra prioridad, que es densificar la zona centro”, explicó Fiatti.
El concepto de “ciudad compacta” al que refiere el edil cuando habla de densificar y desarrollar Rosario por zonas, es el ordenamiento de planificación que rige la gestión Javkin. La ciudad se piensa en anillos y corredores que parten de la zona central hacia la periferia, llevando obras y mejoras. “El nivel de inversión en infraestructura se optimiza porque se mejoran las redes existentes en aquellos lugares donde ya hay crecimiento urbano, donde hay ciudad en términos conceptuales”, detalló Fiatti.
Pedro Salinas, exconcejal de Ciudad Futura y actual secretario de bloque del principal partido opositor, cuestionó ese enfoque de planificación urbana porque relega sectores de la ciudad con necesidades de infraestructura mayores a las del centro. “Los barrios Renabap que se ubican dentro del casco urbano de Rosario abarcan una población aproximada de 200 mil personas que, en su mayoría, no cuenta con acceso formal a la red de agua potable, eléctrica o de gas”, contrastó.
La forma en que se ordena y se planifica Rosario determina ganadores y perdedores. El municipio tiene tres facultades clave: uso del suelo, direccionamiento del desarrollo urbanístico y capacidad de endeudamiento. Los dos primeros dotan a los ejecutivos locales de poder de negociación con el resto del sistema y en especial con los desarrolladores inmobiliarios. Si un intendente decidiera liberalizar las regulaciones para la construcción de emprendimientos privados -o hacerlas más estrictas- perdería la discrecionalidad para definir qué se hace con el suelo, el margen de negociación para compensaciones desaparecería y su rol de rector urbanístico respecto a cómo debería crecer y hacia dónde la ciudad no tendría ningún impacto. Pero no solo eso: en términos políticos a los oficialismos se les haría más díficil señalar enemigos dependiendo el enfoque de cada proyecto urbanistico.
El tercer elemento, la capacidad de endeudamiento para hacer obras de la que dispone la Municipalidad de Rosario, es un punto en que coinciden con miradas similares opositores y oficialistas. Los mecanismos de endeudamiento a través del mercado de capitales (letras, bonos, fideicomisos) existen y se utilizan desde hace décadas en la ciudad más allá de los vaivenes económicos del país. La actual gestión de Javkín las usó para repavimentación y apertura de calles, por poner dos ejemplos. En todo caso, lo que diferencia a sectores como Ciudad Futura del oficialista Creo y el resto de la coalición de Unidos es el grado de involucramiento que debería tener el Estado y los privados a la hora del ordenamiento y la planificación de Rosario.