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Periodismo

Modo Avión | Los 90’ vs. el presente continuo

Bienvenidos al newsletter donde repasamos el estado de situación de Iceberg y adelantamos los temas de nuestro próximo artículo, entre otras cosas.

 |  Ezequiel Clerici  |  Modo avión

Bienvenidos al newsletter donde repasamos el estado de situación de Iceberg y adelantamos los temas de nuestro próximo artículo, entre otras cosas.

1. ¡El newsletter superó la barrera de los 700 suscriptores a solo tres meses de su lanzamiento! Gracias por el apoyo y en especial a quienes decidieron aportar con una suscripción mensual.

En este momento estamos cerrando con una empresa de pagos digitales para darle solución definitiva (esperemos) al problema de las suscripciones. Esto evitaría tener que pasar por la tierra de nadie en la guerra de trincheras que mantienen Mercado Pago y los bancos, que varios de ustedes padecieron. Pese a esto quienes ya se encuentren suscriptos no van a tener que mudarse de servicio. La idea es aportar soluciones no problemas.

Cómo ya contamos en otras entregas, el dinero de las suscripciones y aportes únicos ayuda a pagar el soporte de www.iceberg.com.ar, el hosting y la comunicación en Instagram. En el sitio está disponible el archivo con los 16 artículos publicados, divididos por secciones, y algunas notas que no formaron parte del news.

El año que viene proyectamos sumar colaboradores, lo que hará que la web de Iceberg tome otra relevancia. Si bien el news se va a mantener como hasta ahora -lo mismo el trabajo en redes-, es posible que Modo Avión sume un apartado para promocionar nuevos autores y sus textos. Otro proyecto que sigue en discusión para el año próximo es el podcast de Iceberg, pero todavía no tenemos del todo claro la propuesta. Seguramente se den novedades a partir de febrero-marzo. En este momento el foco del equipo está puesto en cerrar 2024, un año agotador en lo laboral y personal, que se compensa con la alegría de haber lanzado el proyecto y la respuesta de ustedes.

Quiero cerrar este punto con un saludo a nuestros lectores fuera del país. Iceberg tiene seguidores en Estados Unidos, Colombia, Perú, Uruguay, Paraguay, Chile, Brasil, España, Italia, Francia, Inglaterra y… ¡Rumania! Gracias por el interés, un abrazo a la distancia.

2. Son tiempos difíciles para el ejercicio profesional del periodismo en todo el mundo y Argentina no es la excepción. Los nuevos formatos de distribución y consumo de contenidos suman a una fragmentación de las audiencias que se arrastra desde la universalización del teléfono inteligente. Por otro lado, la hiperespecialización temática de los últimos años, la era de los influencers y la búsqueda de contenidos y medios que confirmen sesgos, agrega otras complejidades: la desaparición de las empresas de medios generalistas como ordenadores del sistema –las grandes aspiradoras publicitarias del siglo pasado y principios del XXI– reemplazadas por las apps, y la precarización del periodista junto con la degradación profesional del oficio que acompañó ese cambio de régimen, mientras festejábamos la democratización de la palabra.

Es un mundo de intermediarios que no termina de morir mientras el nuevo crece, alimentado por una mezcla de nestum a base de bardeo, bait, lore de los 90, influencers, creadores de contenidos, billonarios corte Lex Luthor, lamentos de progresistas y una derecha antiliberal que hizo del teclado y el audiovisual su ascenso al poder y guillotina revolucionaria. Es la resaca envenenada del fin de fiesta de un orden agotado que –salvo contadas excepciones– no comprende que sus mejores años pasaron y que es momento de crear algo nuevo en un sistema que tiene una única certeza: no hay plata (disponible) para todos.

Iceberg es un intento de hacer algo distinto, con todo lo malo que tiene este orden adolescente, y también con lo bueno. El nicho al que apunta un medio como el nuestro puede aspirar a ¿2 mil personas máximo? ¿Más de ese número, menos tal vez? Y supongamos que logramos generar una comunidad con ese volumen: ¿qué porcentaje está dispuesto a pagar y cuánto por un periodismo honesto y riguroso que compite con un ecosistema de servicios pagos online y navega en un río de información gratuita? Dejando de lado esa última parte de la incógnita, en el mejor de los casos lo que sea que resulte un precio justo para el suscriptor, es probable que no permita pagar buenos sueldos si no se agregan otras vías de financiamiento. Es acá donde aparecen los desafíos para las micro redacciones como la nuestra: ¿Buscamos financiarnos con plataformas como Youtube, Tik Tok e Instagram? ¿Vamos por el lado de las becas, las ONG, los aportes privados y públicos o hacemos un mix de todo esto? ¿Cuánta gente hay que incorporar para lograrlo, en que rango etario y cómo son los equilibrios entre nuestra línea editorial y las potenciales demandas de los auspiciantes?

Estas preguntas que suenan a problemas son también parte de lo bueno que acompaña este nuevo orden, que todavía está en su etapa de ansiedad y desconcierto. Nos permite corrernos de la agenda diaria, trabajar temas de largo aliento, rompe jerarquías y vacas sagradas de la profesión con las que nos formamos. A su vez obliga a pensar la producción de contenidos por fuera de la caja y a buscar otro tipo de relación con quienes sostienen el proyecto. Que además de lectores comienzan a ser, de forma tímida e incipiente, accionistas/inversores y parte de la discusión que proponen los artículos de Iceberg.

3. Los pesos pesados de la profesión periodística que se formaron en los 90 –la última etapa de oro del periodismo argentino– y el establishment político siguen atados a una lógica de audiencias masivas y despliegue territorial que queda manco frente a un escenario digital que ancló la discusión política en un presente continuo. Los primeros no logran digerir que su mirada de lo que debería ser la Argentina ya no direcciona el sentido común de esa sociedad (mayormente urbana y afincada en la zona núcleo) y les cuesta convivir con nuevas figuras –orgullosos de decirse no periodistas, analistas económicos, opinadores– que les quitan atención, entrevistados que se les paran de manos o con la crítica despiadada y el troleo en redes sociales. Un espectro que va desde Alejandro Bercovich a Marcelo Longobardi, y que se completa con un abanico de autopercibidos coreanocentricos y militantes –rentados y genuinamente convencidos– que ocupan la ancha avenida de las simpatías políticas. ¿Qué diferencia, en términos de dispositivo de sentido, político y cultural, existe entre 6 en el 7 a las 8 y La Misa del Gordo Dan?

La dificultad que impone esta forma de disputar los corazones y direccionar voluntades es que las audiencias (que además votan y desean) muestran desinterés por esos discursos y, salvo por los politizados, ya no prestan atención a esos mensajes o solo lo hacen con aquellos que reafirman su mirada del mundo. Con la política pasa algo similar: el presidente Javier Milei representa al indignado y al decepcionado con el orden anterior que quiere una economía estabilizada (como sea) y un roto que haga sonar el escarmiento contra la casta; a los cripto-bros, al rappi que desprecia los sindicatos y a ese universo de laburantes, con y sin derechos, atravesados por la pandemia. Un sector social transversal que se hartó de escuchar que la patria es el otro y que los derechos de tercera generación son la compensación de una inflación del 200 por ciento y un futuro ad eternum de inquilino, junto con la conciencia de que el aspiracional de clase media pujante y la planificación familiar se terminó con los padres. En frente está una oposición política que por acción, omisión o desconcierto no quiere, no puede o no entiende cómo plantarse discursivamente para ofrecer esperanza y un proyecto de desarrollo superador al libertarianismo tecno feudal que se intuye post estabilización del Javo. Esa anemia que atraviesa el sistema de los nacidos entre 1950 y 1970 que en cuarenta años de democracia empeoraron más de lo que le solucionaron la vida a las personas, refuerza la idea de Pablo Touzon sobre una sociedad con un Estado que no resuelve nada de lo importante y lo mínimo que puede hacer es correrse y no molestar.

Tanto Cristina Fernández de Kirchner (CFK) como Mauricio Macri son dos empresas de demolición que, en su enfrentamiento de suma cero por traer a su comarca a los argentinos, parieron un nuevo ciclo político que ubica a Milei y sus ideas como protagonistas. Ni cristinistas ni macristas ¡Mileistas! Pese a esto, la suerte de CFK pareciera ser más venturosa que la de Macri, que dejó a su espacio político al borde de la extinción y sumido a la voluntad de los libertarios. El tema es si esa buenaventura de CFK –que incentivan y sostienen desde La Libertad Avanza– es la de la sociedad argentina que está sola y espera o el esfuerzo de una líder política en su ocaso que busca legarle al hijo el control del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).

La centralidad de CFK en el peronismo y su decisión de trasvasar el AMBA siguiendo la línea sanguínea no sólo obtura la aparición de dirigentes nuevos, si es que existen por fuera de su dedo, sino que consolida un núcleo cada vez más reducido de simpatizantes que se atan a la nostalgia de los logros de un mundo que empezó a languidecer con la crisis financiera de 2008. Esa falta de imaginación en el cristinismo, que tiene como única carta apelar a un pasado mejor y retuitear pelotudeces, se sostiene por la falta de rebeldía en el PJ y en especial de los gobernadores peronistas. Salvo Ricardo Quintela de La Rioja, que lo intento con pies de barro y sucumbió, y Axel Kicillof, que evita el enfrentamiento directo con CFK y ejercita la resistencia pacífica mientras que el sector del alambre y los sin tierra del peronismo lo miran como sapo de otro pozo. Lo que le falta al peronismo son traidores, animales políticos con hambre de poder y liderazgo como Néstor Kirchner, Eduardo Duhalde y el propio Javier Milei.

Resulta llamativo esta Cristina que ahora habla de eficiencia del Estado, desregulación y reforma laboral cuando fue protagonista excluyente durante 16 años del poder en Argentina y que hizo de la ruptura de puentes una práctica política. Dejando de lado si la militancia y sus seguidores están dispuestos a apoyar cambios de este tipo en una potencial vuelta presidencial, asumiendo la contracción de que los rechazaron cuando el presidente era Milei. La sensación en el aire es que la sociedad argentina –con marcadas diferencias con la brasileña, que votó a Lula– dio vuelta la página y lo que sea que venga a superar o continuar el ciclo actual será generacionalmente igual a Milei o incluso más joven.

4. La semana que viene vamos a publicar un artículo sobre el estado general de la infraestructura en Rosario y su área metropolitana (AM). El tema es realmente complejo y con aristas que van desde el transporte tranviario automotor hasta el tratamiento de residuos pasando por el estado de las calles, las autopistas, rutas nacionales y provinciales. Un sistema interconectado de personas y servicios que dependen de una coordinación política interestatal que por momentos funciona más o menos y en otras directamente mal. ¿Por qué es tan difícil articular voluntades, planificar en conjunto y qué tipo de inversiones son prioritarias, de mediano y largo plazo, para la ciudad y su AM? Ésta y otras preguntas que surgieron en las charlas con especialistas, historiadores, técnicos y autoridades estatales intentarán dar un panorama, lo más amplio posible, de los desafíos presentes y a futuro que enfrenta la región.

5. La recomendación de hoy es por partida doble: por un lado me gustaría invitarlos a escuchar el último episodio que grabamos en Desde la Redacción (DLR), el podcast que produzco junto a Ricardo Robins en Rosario3 y a que se suscriban si todavía no lo conocen. En la última entrega conversé con el internacionalista y doctor en Ciencias Sociales, Bernabé Malcalza, sobre el paso de Argentina en el G20, la escalada bélica en la guerra Rusia/Ucrania y el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca de la mano de la extrema derecha digital y tecnológica. DLR es un proyecto que venimos desarrollando con Robins desde hace tres años, el podcast sale los domingos y se basa en un formato conversacional que aborda temas de política, justicia, narcotráfico, economía, ambiente y cultura.

La segunda recomendación es Máquina Extraordinaria, un newsletter sobre periodismo y nuevas tendencias de innovación y negocios enfocado tanto a trabajadores del sector como a editores y gerentes corporativos. Lo produce el colega Alan Porcel, que trabaja en la sección de marketing digital del diario cordobés La Voz del Interior como jefe de marca y tráfico. Alan hace una curaduría de contenidos que van desde notas de salud laboral y análisis de audiencia hasta incorporación de IA y nuevas herramientas para la productividad. El news tiene como punto fuerte que está escrito de forma simple y amigable, lo que evita aburrirse gracias a una lectura dinámica.

Ya me había ido del news, pero acabo de leer la entrevista que le hizo Victoria Liendo al director de cine Mariano Llinás en Seúl –una revista digital muy interesante al igual que su contraparte, Panamá– y me resulta imposible despedirme sin recomendárselas. Es una pieza de buen cinismo y pugilismo argumental contra la insensatez infantil de La Grieta inmejorable.