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Modo Avión | El agujero negro de la Argentina

Bienvenidos a Modo Avión, el espacio en el que, entre otras cosas, hablamos del estado de situación de Iceberg y adelantamos los temas de nuestro próximo artículo. 

 |  Andrés Conti  |  Modo avión

Bienvenidos a Modo Avión, el espacio en el que, entre otras cosas, hablamos del estado de situación de Iceberg y adelantamos los temas de nuestro próximo artículo. 

1- En 2019 se conoció la primera “foto” de un agujero negro. Pongo foto entre comillas porque es complejo, obviamente. La cuestión es que hay una imagen de un círculo naranja más o menos regular sobre un fondo negrísimo que se parece mucho a lo que la teoría anticipaba, así que todos tranquilos con eso. Agujero negro es el nombre marketinero que encontraron para definir a “una region finita del espacio descrita en las ecuaciones de Einstein, cuyo interior posee una concentración de masa lo suficiente elevada como para generar un campo gravitatorio tal que, salvo un determinado tipo de procesos cuánticos, no hay partícula ni radiación —ni la luz— que pueda escapar de él”.  Es el resultado de la “muerte” de una estrella tan grande y con una fuerza de gravedad tan enorme que comienza a tragarse todo a su alrededor, inclusive a sí misma.   

Además de la imagen, hace un tiempo la Nasa publicó el sonido de un agujero negro. Se trata de algo así como una reconstrucción digital traducida al oído humano de datos recolectados a lo largo de años. Sospechosamente se parece mucho a la idea que podríamos tener del aullido de un monstruo espacial onda el Cthulhu de H.P. Lovecraft, así que no le daría mucha entidad al asunto. 

El concepto de algo similar a un agujero negro comenzó a aparecer en estudios teóricos con otros títulos con menos punch -“estrella en colapso gravitatorio completo”, por ejemplo- desde finales del siglo XVIII, pero recién a mediados de 1960 fue nombrado de manera tan contundente. Es una gran metáfora que sirve para que se entienda la complejidad del fenómeno físico sin simplificarlo y que además se puede trasladar a otros campos con la misma eficacia. Por eso, si digo acá que la ciudad de Buenos Aires es el agujero negro de poder de la Argentina, todos van a entender enseguida de qué estoy hablando.  

2- ¿En qué momento Buenos Aires, una estrella de tamaño medio en el firmamento colonial, comenzó a acumular masa y densidad para poder tragarse todo a su alrededor? Le pido a Ignacio Martínez, doctor en Historia, investigador del Conicet y docente en la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR, que me pase algunos ejemplos que utiliza en sus clases sobre este proceso. Me manda primero un artículo de Jorge Gelman y Daniel Santilli titulado Crecimiento económico, divergencia regional y distribución de la riqueza. Córdoba y Buenos Aires después de la independencia. “Se trata de dos casos centrales para pensar las trayectorias económicas de la Argentina entre los siglos XVIII y XIX. Buenos Aires -capital virreinal desde 1776 y del país en la segunda mitad del XIX, principal centro económico y demográfico del territorio- fue en principio un lugar marginal durante buena parte del período colonial. Por el otro lado, Córdoba fue durante ese período centro demográfico, productivo y eje comercial entre el litoral, el interior y el Alto Perú, a la vez que concentraba parte importante de las actividades culturales, favorecida por la instalación de la cabecera jesuítica y la universidad. Hacia finales de esta etapa, el orden de factores empieza a favorecer un crecimiento más acelerado de Buenos Aires y del litoral”, dice en una parte el texto. Para 1864, “la distancia en los tamaños de las economías de ambas provincias era mayor: mientras la riqueza de Buenos Aires trepaba a 430 millones de pesos, la de Córdoba sería de apenas 29 millones (la primera contenía a la segunda quince veces)”. Para 1884 “ambas crecen mucho, pero de manera diferencial, permitiendo a la mediterránea acortar distancia notablemente: mientras ésta alcanzó 111 millones, Buenos Aires llegó a 1.135 millones (la distancia se redujo a diez veces)”.  

3- “No te olvides de explicar el porqué de ese cambio”, me dice Ignacio en un audio de whatsapp. Para él, “la clave ahí es el peso creciente del comercio atlántico y la fuerza de gravedad que empieza a tener toda la Europa industrial, con Gran Bretaña a la cabeza. Buenos Aires empieza a crecer más que Córdoba porque es el puerto de ingreso de los productos más baratos de consumo que después van a desparramarse por todo el territorio. Y, por otro lado, porque la región cercana a Buenos Aires, y más tarde todo el Litoral, es la que va a tener algo para ofrecer a cambio de esas mercaderías. Primero el cuero y después la lana es la que le da un impulso fuerte en cuanto a volumen y valor de exportación”.     

4- Es a finales del siglo XIX cuando Rosario empieza a aparecer como una estrella nueva y pequeña entre las dos gigantes poscoloniales, aunque ya la cancha estaba bastante inclinada para el lado del puerto sobre el Río de la Plata. Entre 1862 y 1873 nuestra ciudad fue propuesta como capital federal tres veces por el Congreso de la Nación -con la intención de que ocupara el rol que Paraná tenía en la ya desaparecida Confederación Argentina- pero los vetos de los presidentes Bartolomé Mitre y Domingo F. Sarmiento lo impidieron. De ahí que el medio de comunicación más antiguo de la ciudad y del país, fundado en 1867, lleve el nombre de La Capital.    

5- Ignacio también me pasó por whatsapp unos cuadros de crecimiento demográfico, población que asistía a la escuela, alfabetización, movimiento portuario e ingresos fiscales que aparecen en el libro de Roy Hora Historia económica de la Argentina en el siglo XIX (2010). No es sorprendente, pero sí es espeluznante ver cómo las cifras no paran de subir en Buenos Aires y como se estancan o crecen menos en el resto del país. A comienzos del siglo XX, la matriz del universo argentino ya tiene una estrella de densidad alta que ejerce su gravedad sobre todo el territorio, de manera inexorable. 

6- Ni hablar de observar algún mapa de la red ferroviaria, como por ejemplo este de 1913. Cualquier semejanza con Cthulhu no es coincidencia.

 

7- ¿Será que el general Justo Jose de Urquiza, el 17 de septiembre de 1861, sintió el peso de esa atracción gravitatoria y decidió abandonar la batalla de Pavón -que de otra manera hubiese ganado- ya que entendió la inutilidad de combatir contra las leyes del universo?

8- La teoría general de la relatividad de Einstein y la física cuántica son justamente intentos de explicar esos misterios del universo. Estamos hablando de algo tan complejo que nuestra mente aún no está preparada para procesarlo. El origen del espacio que nos rodea y su tamaño son asuntos de escala inhumana. Inclusive las pocas personas que nacen sobre este planeta con una capacidad intelectual superior no tienen respuesta para las infinitas preguntas que plantea la creación. Ahora, el rol que juega nuestra ciudad en el universo acotado y finito de Argentina, América Latina y el mundo es complejo, pero su escala es bien humana. Como decía la escritora Ursula K. Le Guin, “vivimos en el capitalismo, su poder parece ineludible, pero también lo parecía el derecho divino de los reyes. Cualquier poder humano puede ser resistido y cambiado por los seres humanos”.

9- Si bien hay cuestiones geográficas que no se pueden modificar -la ubicación de Rosario dentro del radio de influencia de CABA- hay factores ambientales que dependen de la mano del hombre y hay decisiones políticas y culturales que se pueden revertir. De esto vamos a hablar con la geógrafa francesa (y un poco rosarina) Coline Chevrin en el newsletter del jueves que viene. Coline está haciendo su doctorado en Geografía en la City University de Nueva York y su proyecto de tesis está enfocado en algunos de los cambios que ocurrieron en nuestra ciudad a partir del boom de la soja que comenzó en 2003. Mientras pasa el tiempo hasta que les llegue a sus casillas de mail esta entrevista nos pueden ayudar a aumentar la densidad de masa de Iceberg con suscriptores y likes, así nuestra fuerza de gravedad crece. Prometemos no engolosinarnos y nunca transfomarnos en un agujero negro.