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Política

Pullaro, el radical que aprovechó la motosierra de Milei 

El gobernador santafesino ajustó las cuentas públicas y marcó la cancha a los gremios estatales y docentes. Su principal preocupación es que el narcoterrorismo no de nuevos golpes. Hoy es su principal oposición

 |  Germán de los Santos  |  Actualidad

El gobernador santafesino ajustó las cuentas públicas y marcó la cancha a los gremios estatales y docentes. Su principal preocupación es que el narcoterrorismo no de nuevos golpes. Hoy es su principal oposición

El mate está frío y lavado. Son las 8 de la mañana, y Maximiliano Pullaro lleva por lo menos dos horas sentado en su escritorio en su despacho sobre calle Santa Fe, en Rosario, donde tiene desplegadas planillas con datos de homicidios y heridos de arma de fuego. Con minuciosidad evalúa la cantidad de patrulleros que durante la noche se desplegaron en las calles. Compara hojas de Excel. Nunca está conforme, porque es un rompecabezas del problema más urgente: la violencia narco en Rosario. Respira hondo, deja pasar unos segundos, y prefiere no cantar victoria de manera apresurada, a diferencia de Patricia Bullrich, la ministra de Seguridad de la Nación. Los números muestran un descenso pronunciado de los asesinatos: de 137 que se cometieron en los primeros cinco meses del año pasado bajaron a 51. Esos datos no son sólo tendencias positivas en materia de seguridad, sino que pueden formar la base de apoyo para saltar en un futuro a la esfera nacional. Es lo que le susurran los profesionales que se dedican a la construcción de potenciales candidatos.    

En el gobierno saben que los grupos narcos encarnan el oponente más claro e impredecible de la gestión provincial. La situación mejoró por causas que aún no están claras, o hay una variedad de detonantes, pero la experiencia imprime esa sensación de que todo puede resquebrajarse en pocos minutos, como ocurrió a principios de marzo, cuando Rosario quedó paralizada por el terror, tras cuatro asesinatos ejecutados al azar contra trabajadores. Los sicarios no sabían a quiénes iban a asesinar. Esteban Alvarado fue  -según declaró Carlos Arguelles, un testigo protegido que después asesinaron- el que incluyó a Pullaro en un listado para matarlo. También es quien aparece como el gestor intelectual de este “narcoterrorista”, según están convencidos en el gobierno. Y creen que va a volver a golpear. El gobernador vive amenazado y a veces porta una pistola Glock. Su familia se tuvo que ir de la ciudad por un tiempo para protegerse. Es el costado más áspero de estar en el poder.

El problema del crimen organizado también es una oportunidad política. Si Pullaro logra pacificar Rosario su perfil se fortalecerá en base a lo que nadie pudo lograr hasta ahora, desde que comenzó la llamada guerra narco hace más de una década. El gobernador santafesino mira con obsesión las encuestas y los focus group para tabular en base a los datos objetivos cómo lo observa la población. Esa dependencia lo llevó a jugar fuerte e, incluso, a cometer errores, para algunos de los dirigentes que conforman la alianza que gobierna Santa Fe, como la famosa foto en la que se exhibió a un grupo de presos sentados en cuclillas y con el torso desnudo, una imagen que se pretendió acercar al llamado estilo del presidente salvadoreño Nayib Bukele. No tocó a la policía, una fuerza donde supura corrupción en toda su estructura, algo que le reclama Bullrich.

La seguridad será una clave para construir su perfil a nivel nacional, es lo que le recomienda uno de los consultores más cercanos, Guillermo Seita, dueño de la encuestadora Management & Fit, que hasta llegó a participar de una reunión de Gabinete. Pero el gobernador, según su gente de confianza, no tiene ansiedad, aunque la compleja coyuntura del país será la que tabule el destino. No corre con apuro porque su plan es fortalecer su poder en Santa Fe. Tiene 49 años y sabe que el “tiempo está después”, como canta el uruguayo Fernando Cabrera.

En el horizonte aparece la chance de una reforma constitucional para renovar su mandato, cambios en la Corte Suprema provincial, y la chance aún no masticada de hacer más amplio todavía a Unidos para Cambiar Santa Fe, la alianza que incluye a PRO, radicales y socialistas. Hay una posibilidad de sumar a La Libertad Avanza, que no tiene un trabajo territorial fuerte pero que, por cómo muestran las encuestas, será clave en la elección nacional del año próximo. El contexto político es tan maleable con una crisis económica inédita que la planificación en política es con plazos cortos. El socialismo que tragó con paciencia la inclusión de PRO no quiere saber nada con la posibilidad de sumar a los libertarios. Ese sector encarna la oposición más sólida dentro del propio gobierno.

Su círculo íntimo a nivel político está conformado por funcionarios que también son sus amigos, hombres de extrema confianza, que están 24 horas pensando en la gestión. “Les lleva uno o dos días de ventaja por semana a cualquiera. Es un enfermo del trabajo no sólo él, sino también su círculo más cercano”, señala un radical que no pertenece a ese entorno.

A pesar de esa amenaza latente del narcoterrorismo, Pullaro navega con cierta tranquilidad, en un contexto particular: un peronismo irreconocible, deshilachado y sin aspiraciones visibles de volver al poder. El exgobernador Perotti, hoy diputado provincial, aún no se le escuchó decir una palabra en la Legislatura. La falta de oposición es también una complicación, porque hace fortalecer la trama interna con los socialistas.

El gobernador aprovechó el ajuste de Javier Milei para meter el cuchillo en las cuentas públicas, poner límites a los aumentos salariales, y tomar decisiones con los docentes, como reestablecer el presentismo y descontar los días de paro, que parecían impensables sin conflicto. De esa manera, en esta gestión lograron equilibrar las cuentas después del último año de Omar Perotti, cuando los balances, según insisten en el actual gobierno, explotaron. En el primer cuatrimestre del año, consiguieron torcer el déficit: los ingresos sumaron $1.781.464,76 millones, mientras que los egresos fueron de $1.672.742,27 millones.

Pullaro aprovechó el momento como nadie. Con su propia impronta hizo un ajuste profundo en el Estado santafesino, y logró marcar la cancha a los gremios sin que el conflicto se descarrilara, sobre todo con los docentes, un sindicato con el que es complicado convivir. En otro contexto, la decisión que tomó el gobernador hubiera generado un conflicto fuerte. Pero el costó quedó amortiguado por el ajuste de Milei y las medidas que tomó el gobierno nacional. A su estilo, Pullaro se subió a la ola y la aprovechó. El electorado que lo respaldó en las últimas elecciones es similar al que aún prefiere a Milei a pesar de la crisis.

En la crisis de Milei con los gobernadores, el santafesino no se puso de punta ni tampoco se mostró dócil. Planteó diferencias, como con el tema retenciones al campo. Logró establecer una relación fluida con un hombre fuerte del gobierno, el asesor Santiago Caputo. Lo intentó con Karina Milei, pero no logró romper ni acceder al cerco más íntimo del presidente. Comparte algunos diagnósticos de La Libertad Avanza, quizá, también cierto aire en el estilo arrollador. Difiere en el rol y la función del Estado. Y en el ejercicio de la función de gobierno. Pullaro pretende manejar todas las áreas, tener información sensible de todos los ministerios, y capitanear todas las relaciones políticas, tanto en la provincia como a nivel nacional.

La falta de interlocutores de peso lleva al gobernador a no poder lograr avances en temas clave en la provincia, como la quita de subsidios al transporte, la falta de envío de alimentos y de medicamentos de alto costo y las obras públicas cortadas por parte del gobierno nacional.  

El juego de Pullaro es no mostrarse como un opositor franco a Milei, pero tampoco esconder su afinidad política con el senador Martín Lousteau, que al no tener un cargo ejecutivo como el santafesino muestra un perfil más crítico. Otro dirigente con el que tiene buena sintonía es con Horacio Rodríguez Larreta, que participa de reuniones frecuentes, y aportó varios cuadros de su gestión en CABA para moldear políticas a nivel social y urbanístico en las principales ciudades.