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Modo Avión | Ni Barcelona en 1992 ni Medellín en su peor momento

Primera entrega de Modo Avión. La sección donde contamos el estado de situación del proyecto Iceberg, adelantamos el tema del próximo artículo que se distribuye vía substack y ofrecemos recomendaciones. Un espacio pensado por los editores para generar un ida y vuelta con la comunidad

 |  Andrés Conti  |  Modo avión
Saltos ornamentales con la Sagrada Familia de fondo. Barcelona 1992 / Bomba al diario El Colombiano en Medellín

Primera entrega de Modo Avión. La sección donde contamos el estado de situación del proyecto Iceberg, adelantamos el tema del próximo artículo que se distribuye vía substack y ofrecemos recomendaciones. Un espacio pensado por los editores para generar un ida y vuelta con la comunidad

1- Esta es la primera entrega de Modo Avión, el newsletter donde repasamos el estado de situación de Iceberg, adelantamos algo de nuestro próximo artículo y tratamos de explicar por qué hacemos esto. La idea de fundar un medio comenzó a gestarse en 2019. Cinco años después, con la crisis de los medios agudizada, decenas de asados en el lomo, guita invertida, problemas personales propios de vivir en Argentina y un grant de Sembramedia, entendimos que no había mejor momento que 2024 para lanzarlo. La salida fue en modo ajuste y un poco desordenada: sabemos de las dificultades que algunos encontraron para sumarse como suscriptores de pago vía Mercado Pago (MP) y estamos tratando de resolverlo. Dimos de alta Iceberg en la plataforma Cafecitos y los que quieran hacer un aporte único –que puede ser de más de un cafecito– o armar un plan mensual, ahora disponen de esta alternativa a MP. Cualquier sugerencia, crítica o idea, las recibimos en Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., por Instagram o en los comentarios de substack.  

2-Si estás acá, es probable que ya hayas leído la crónica de Germán de los Santos sobre cómo constató que el juez federal Marcelo Bailaque tenía trabajando en su juzgado al hijo del contador que compartió con el narco Esteban Lindor Alvarado. Si se te pasó o este es el primer correo que recibís, la tenés disponible en la web de Iceberg.

3-También ya está colgada en la web una nota de Germán sobre los problemas internos que hacen crujir a La Libertad Avanza en Rosario, en torno a la tradicional pelea por los cargos en el Estado.

4- Está claro hoy -y estaba claro hace una década- que Rosario no es Medellín en su peor momento, como insisten desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Por si fuera necesario, hace unos días lo aseguró el propio Sergio Fajardo, ex alcalde de la ciudad colombiana. Pero también era y es obvio que el mercado ilegal de venta de drogas y su violencia derivada nos estalla brutalmente en la vida real y desde las pantallas que consumimos diariamente. No poder encontrar un punto de acuerdo entre el peor momento de Medellín y la mejor Barcelona olímpica de 1992 es la consecuencia de una sociedad que vive en el binarismo, en el blanco o negro eterno.

¿El problema de la violencia narco es propio de esta ciudad en el siglo XXI? No, es un fenómeno global que arrancó en la década de 1930 en Estados Unidos, cuando la burocracia federal declaró la guerra contra las drogas que luego exportó al resto del mundo, inventando el mercado ilegal que más millones de dólares mueve en la Tierra. Este asunto se puede leer en Tras el grito, un libro tremendo, apasionante y desolador publicado en 2015 por el no exento de polémicas Johann Hari. Es la historia de 100 años de una guerra fracasada.

Pero sí es cierto que el fenómeno local es más reciente. Este asunto se puede leer en un libro tremendo, apasionante y desolador publicado en 2017 por los no exentos de polémicas :) Germán de los Santos y Hernán Lascano, que se llama Los Monos, la historia de la familia narco que transformó a Rosario en un infierno. Es la historia de tres décadas de una guerra fracasada.

5- En resumen, la idea es escribir sobre los efectos que Rosario, la ciudad en donde vivo hace años, sufre a partir de esta situación que parece inabarcable y que dejamos crecer hasta afectar la vida cotidiana de cada uno de nosotros, en mayor o menor medida. ¿Por qué? Debe ser que no puedo parar de pensar ni un segundo en eso, porque Rosario me hizo y me hace muy feliz, y me pone muy triste. O a lo mejor es que creo en eso que decía Jane Jacobs, autora de La muerte y la vida de las grandes ciudades americanas: “Las ciudades tienen la capacidad de proveer algo para todos solo por qué, y solo cuando, son creadas por todos”.

Me pregunto: ¿de dónde salen algunos fondos que alimentan fideicomisos para la construcción de edificios que ofrecen invertir al menos un 30 por ciento en dinero no registrado? ¿Esto no crea oportunidades de blanqueo de capitales? ¿El modelo de desarrollo inmobiliario vigente aporta algo para mejorar la situación de los sectores vulnerables en los que el narco encuentra su carne de cañón? Me resulta muy forzado también que nadie vea una analogía entre lo que sucede en la vecina Funes, una de las localidades con mayor crecimiento poblacional del país en la última década, y San Pedro Garza García, un suburbio de Monterrey (México) donde se refugiaron los sectores altos de la sociedad que huyen de la violencia narco, llevando consigo sus consumos culturales y sociales a otra parte.

Es muy difícil también no ver el impacto en la cultura y la diversión nocturna. Ser artista o gestor cultural en esta ciudad es una tarea ingrata y casi amateur. Los medios de comunicación y el público masivo parecen mirar siempre a la gran metrópolis portuaria argentina, los espacios autogestivos cierran, la noche languidece por miedo y escaso transporte. Hace poco más de un mes, después de discutir una década, el Concejo Municipal aprobó una ordenanza nueva para regular los espacios de esparcimiento nocturnos. En medio del debate sobre esta nueva normativa, un grupo de gestores culturales pudo colar, a base de horas de quemarle la cabeza a los ediles y a cierta oportunidad política, la vieja idea de reconocer a los centros culturales independientes como tales, algo que cientos de ciudades en el país y en el mundo resolvieron hace años. “Las nuevas ideas necesitan edificios viejos”, advertía Jane Jacobs ya en el siglo pasado. Todavía hay que esperar un tiempo para ver el impacto de estas reglamentaciones, pero en ningún caso el Estado parece promover estas actividades, sino que solo les pone requisitos para existir en un contexto de fuerte crisis económica.

Directamente relacionado con esto, está el problema de la movilidad urbana que sufrimos. Como nunca antes en la historia contemporánea estamos ante el riesgo de la desregulación del sistema de transporte local. Si la solución futura que ofrece Rosario a quienes necesitan trasladarse de un punto a otro es que cada uno se las arregle como pueda, la cosa se puede poner fea.

Ni hablar de otros dos aspectos basales de cualquier sociedad con intenciones de mejorar: la salud y la educación públicas que llegaron a ser orgullo de la sociedad argentina en general -y rosarina en particular- hoy son, en el mejor de los casos, el último pedazo de madera que flota en un naufragio en medio del océano Polar Ártico. Con un 49.1 por ciento de pobreza y un bastante alto 21,4 por ciento de indigencia en el aglomerado urbano del Gran Rosario según el observatorio de la Deuda Social de la UCA, hay mucho océano y pocas maderas flotando. 

Esto es una enumeración de solamente algunos de los aspectos que influyen para que la calidad de vida en esta ciudad haya caído notablemente. Hay muchos otros e invito a quienes reciben esto a que nos escriban a Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. y nos digan: “No se olviden de esta cosa o tal otra”. Lo que sucede es que nos damos cuenta todos los días de que estamos peor y a quienes tenemos la oportunidad de viajar a otras localidades no tan lejanas de nuestro mismo país se nos hace más notorio. El único aspecto para rescatar de este agravamiento de la situación es que hoy, más allá de grietas e ideologías, ya hay un número mayor de personas que entienden que es necesario abordar todas estas aristas para mejorar la calidad de vida perdida. Todas las experiencias que tuvieron algún tipo de éxito atacaron el problema de la violencia narco no solo desde el punto de vista de las fuerzas de seguridad y la justicia (que sin dudas son aspectos fundamentales, eso tampoco está ya en discusión). Inclusive el gobierno de Maximiliano Pullaro parece empezar a dar pasos en ese sentido, al menos desde las intenciones. Habrá que ver si le da el presupuesto.

6. En fin, la semana que viene les va a llegar un newsletter con una entrevista que le hice al artista polirrubro y experto en changas Pablo Boffelli, también conocido como Feli o Feli Punch. Desde siempre, su obsesión es dibujar ciudades -reales e imaginarias- y para mí que todas son un poco esta que habitamos. Como la intención de Iceberg es ponerle datos, argumentos, testimonios e ideas a esas sensaciones subjetivas y a cada una de esas partes del todo que hacen la Rosario de hoy, decidí arrancar charlando con él. Ya lo decía Jane Jacobs: “Las ciudades fueron desmontadas y renovadas antes. Y pueden serlo otra vez”.