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Modo Avión | Público y privado

Última edición del 2024 de este espacio donde hablamos de por qué hacemos Iceberg.

 |  Andrés Conti  |  Modo avión

Última edición del 2024 de este espacio donde hablamos de por qué hacemos Iceberg.

1. Poco antes de morir en 2016, el semiólogo y escritor Umberto Eco hizo unas declaraciones sobre las redes sociales. “Le dan el derecho a hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas”. Al toque fue cancelado por viejo cascarrabias y gagá que no entendía el nuevo estado de las cosas y la horizontalidad que prometían estas nuevas “herramientas” . Una pena que no pudo asistir al paso del tiempo que le dio bastante la razón. Casi una década después tenemos que ver el espectáculo vacío de los reels con políticos y funcionarios haciendo mímicas de conversaciones con un fondo musical de canciones de gusto dudoso. Todo por un like. Inclusive esto que hizo el intendente de Funes, Roly Santacroce, abre horizontes poco explorados.

2. Antes de las redes sociales, la diferencia entre el discurso público y el privado estaba bastante clara. Justamente los medios de comunicación eran los que transformaban lo privado en público y, con ese fin, aplicaban ciertas reglas y trucos. Obviamente, el acceso al discurso público era para una minoría reproducida y amplificada por los libros, los diarios, la radio o la televisión. Su monopolio era el del estado o el de las personas con poder, dinero o conocimientos suficientes para ser catalogado como voz de autoridad. Dentro de esa minoría estábamos los periodistas.

3. Cuando abandoné el periodismo por decisión propia, hace unos 15 años, lo de las redes sociales recién arrancaba. Conviví un poco con los comentarios en las notas, pero casi nada. Vi el horror llegar y me escapé. Por eso, uno de los principales miedos que tuve a la hora de volver a ejercer este oficio era el de fumarme un insulto o un comentario violento de una persona desconocida. Les parecerá raro, pero nunca, jamás, me metí en un bardo en las redes sociales. Lo evité puntillosamente y sigo invicto. No es que no pueda soportar una puteada, pero no lo encuentro necesario: ¿por qué personas que no se atreverían a insultarte en la cara lo hacen a través de un mensaje digital? ¿Por qué tengo que aceptar esto como “las reglas del juego”? Prefiero controlar cuánto de mi discurso es público y cuánto es privado. Es un derecho que tenemos todos.

4. Lo loco es que hoy, 25 de diciembre de 2024, me encuentro escribiendo un newsletter con 39 grados de fiebre. Más precisamente el newsletter 21 de Iceberg y el último del año. Y lo estoy disfrutando. Encontramos un tono, unos tiempos y una forma de comunicarnos bastante “artesanal”, como dijo Germán De los Santos en una entrega anterior. No es un mérito menor.

5. La certeza de que en algunas décadas ya no quedará nadie en este planeta que haya vivido antes de internet y de las redes sociales es brutal. Y ni siquiera me quiero poner a hablar de la inteligencia artificial. Con De Los Santos damos clases de investigación periodística en la UCA y nos enfrentamos todos los años con alumnos muy jóvenes que tienen poca noción del mundo antes de facebook, instagram o tiktok. Es muy difícil hacerles entender la diferencia entre el discurso privado y el público y las distintas responsabilidades que conllevan. En las redes sociales, la confusión sobre lo privado y lo público es total. Parece una batalla perdida, pero es necesario darla para enseñar periodismo: la responsabilidad del discurso público exige fuentes, documentos y argumentos. Pide que quede claro cuando hablamos nosotros y cuando hablan las fuentes, que deben ser chequeadas y verificadas para no diluir nuestro rol en el asunto.

6. Eso tratamos de hacer en Iceberg hasta ahora: no sacarle el cuerpo a lo que publicamos, hacernos cargo, evitar la mala leche (como bien dice Eze Clerici), tratar de ser honestos. No ganar las discusiones con chicanas y argumentos flojos de papeles. A veces sale bien, otras no tanto.

7. En fin, lo que quería contarles es que vamos aprovechar enero para probar cosas nuevas: colaboraciones de experimentados colegas compañeros de la era pre internet y de jóvenes que recién arrancan y se informan por tiktok. Y en el medio de eso seguiremos con este formato de Modo Avión que nos permite mezclar lo privado con lo público sin bajar ninguna bandera en el camino. Feliz año y posta: gracias por leer. No me había dado cuenta lo mucho que necesitaba esto.